Tal vez la mejor traducción que define la esencia contenida en la metodología Balanced Scorecard es “Cuadro de Mando Integral“.
Pero para entender mejor qué es el cuadro de mando integral y cuál es su propósito, debemos conocer su origen y hacer un breve viaje en el tiempo, más exactamente para los Estados Unidos a principios de los años 90.
Había una preocupación creciente entre los estadounidenses con su evaluación de los sistemas de rendimiento de negocio, que se basaban principalmente en indicadores financieros y contables y estaban volviéndose obsoletos.
Entonces hubo un esfuerzo conjunto de académicos y ejecutivos para desarrollar un sistema innovador más confiable y seguro, y después de una extensa investigación, el cuadro de mando integral surgió en el año 1992,
Presentado por el exitoso ejecutivo David P. Norton y el respetado profesor Robert S. Kaplan, el Balanced Scorecard fue originalmente interpretado como un modelo performativo de evaluación de negocios, pero con mucho éxito con el pasar del tiempo, pasó a ser una metodología eficiente de gestión y planificación estratégica.
Algunas de las razones para el éxito del cuadro de mando integral
En el mundo empresarial actual, donde predomina la competitividad, y la excelencia hace la diferencia, el gran reto de los profesionales de gestión es mantener un sistema que sea capaz de proporcionar información útil, justa y precisa que facilite el siempre delicado proceso de toma de decisiones.
En este contexto, el cuadro de mando integral es visto como la herramienta ideal por su capacidad de integrar las acciones estratégicas, de funcionamiento y organización de una empresa, al tiempo que permite la definición de las estrategias de negocio, gestión empresarial, gestión de los servicios y el enfoque total en la calidad.
Algunos ejemplos de los procesos clave para las empresas y que pueden ser administrados por medio del cuadro de mando integral: los presupuestos y planificaciones, la dirección de las inversiones y la creación de una compensación para las metas alcanzadas, individuales y colectivas.
Las principales dimensiones consideradas en el cuadro de mando integral
- Perspectiva de los clientes: El objetivo aquí es supervisar claramente cómo la empresa entrega valor para sus clientes, a través de indicadores de satisfacción y resultados (como las encuestas) y siempre teniendo en cuenta el plazo, la calidad, el coste y el rendimiento del producto o servicios.
- Perspectiva de los Procesos: Consiste en la identificación y mapeo de los procesos esenciales para el logro de objetivos de la empresa, implementando sobre ellos, la gestión de mejora continua. Hay que tener en cuenta especialmente los procesos que añaden valor a los productos y servicios, crean valor para los inversores y accionistas, y que tienen el potencial para atraer y ganar clientes.
- Perspectiva de crecimiento: Su objetivo es garantizar el crecimiento de la compañía a mediano y largo plazo a través de inversiones en equipos, investigación y desarrollo de nuevos productos y servicios y en la formación de recursos humanos. Se hace un análisis exhaustivo con el fin de que se pueda identificar cuál infraestructura de la empresa puede y debe recibir la aplicación de los recursos.
- Perspectiva financiera: En esta dimensión, los principales objetivos son asegurar la rentabilidad de las inversiones realizadas en el negocio, gestionar adecuadamente los riesgos involucrados en el negocio y mejorar continuamente tanto el Gobierno corporativo como el Gobierno de TI. Las metas financieras deben estar alineadas con la planificación estratégica de la empresa y las variables de ingresos y productividad aparecen como óptimos indicadores de rendimiento de las acciones ya realizadas y como un medio de proyectar las futuras.
Los beneficios de la implementación del cuadro de mando integral
- Convierte estrategias en metas y objetivos en acciones efectivas.
- Le proporciona a los administradores una visión completa y sistemática del rendimiento operativo.
- Es un proceso constante de medición y actualización de los planes y metas.
- Facilita y optimiza la comunicación interna y externa de la organización.
- Permite desarrollar una cultura de aprendizaje y mejora continua.
